Es una disciplina profesional que se encarga de cuidados cosméticos y estéticos tanto de la piel sana como enferma. Representa la opción ideal para tratar pieles deshidratadas, sensibles, desnutridas o dañadas, y patologías como acné y rosácea.
Logra mejorías claras en la humectación, aspecto y tersura. Además es una excelente forma de prevenir y reestablecer los cambios de la piel, ocasionados por la exposición del sol, la incorrecta aplicación de productos cosméticos y la falta de hábitos de cuidados diarios.
Cada biotipo cutáneo necesita un tratamiento acorde. Por eso es importante conocer qué tipo de piel tiene cada persona.
Para cualquier tipo de piel, la limpieza diaria es una rutina básica e indispensable. Lo ideal es la higiene por mañana y noche, hidratación y pantalla solar.
El diagnóstico a tiempo es fundamental para el tratamiento adecuado, considerando las diferentes patologías anteriormente expuestas; también posibilitando mejorar aspectos estéticos, como manchas, arrugas y envejecimiento prematuro cutáneo.